ser dueña de un estudio de yoga. Hoy, reflexionando, veo que me limité con ese pensamiento, ya que la vida tenía una sorpresa mayor para mí: no solo un estudio, sino una comunidad vibrante y amorosa de yoga. Una comunidad que trasciende las posturas elegantes o difíciles y que realmente encarna el verdadero espíritu del yoga: UNIDAD.

En aquel entonces, no imaginaba que mi llamado sería trabajar con mujeres, ya que sentía que no encajaba completamente con esa misión. Sin embargo, escuché, fluí y me dejé llevar, como una pluma que el viento lleva en diferentes direcciones hasta que encuentra su lugar de descanso. Ese lugar, para mí, es hoy La Casita.

Mi historia personal, mi carrera de más de 12 años como educadora, mis certificaciones relacionadas con mis pasiones y, sobre todo, la experiencia de sostener espacios para mujeres y construir una comunidad, me han brindado herramientas invaluables. Estas herramientas me permiten compartir, seguir ayudando y, de alguna manera, impactar positivamente la vida de quienes pasan por La Casita, ya sea por mi intervención directa, a través de los programas que ofrecemos, o simplemente por ser parte de esta comunidad.

Amo terminar como empiezo, así que gracias, de todo corazón, por escoger SOMOS YOGA.

Con amor y humildad, Martha